NO SACAMOS UN CORNO

El calendario avanza lenta pero inexorablemente y ya finalizado el mes de julio, los pescadores del sudeste de la Provincia de Buenos Aires hemos asumido en este 2020 otro fracaso más del tan esperado pejerrey de manila. A esta altura, en donde el “colita amarilla” tendría que estar en su mejor momento, los resultados han sido tan pobres que ni siquiera podemos hablar de una mala temporada. Porque para calificarla de mala, antes tendría que haber existido. Estamos más bien ante una no temporada, como las del 2018 y 2019. Y esto no es una sorpresa, porque el 2012 (el último año bueno) aparece cada vez más lejano en el tiempo. Lo concreto es que el corno no pasará más por las costas de Mar del Plata.

Hay quienes sostienen que es una cuestión relacionada con la salinidad del agua. Es que, de todas las especies de pejerreyes, el corno es la que mayor predilección tiene por la calidad del medio acuático en donde se mueve. Junto al panzón constituyen un grupo, dentro de los aterínidos, que podríamos llamar marinos puros, porque nunca incursionan en zonas de agua dulce, a diferencia del escardón que sí lo hace. Este tipo de peces no se sienten cómodos en aguas con bajas concentraciones de sal por lo que -es de suponer- los regímenes de lluvias que provocan la descarga de agua dulce en el mar a través de cursos fluviales, podrían tener cierta incidencia en relación a la presencia -o no- del corno en la línea costera.

Si hacemos un repaso desde el 2013, podemos notar que han sido años particularmente marcados por lluvias excesivas. Cuando la media anual del sudeste de la provincia está representada por unos 950 mm acumulados, estos años han estado muy por encima, llegando algunos incluso a superar los 1400 mm. Han constituido un ciclo muy influenciado por la corriente del niño, que provoca lluvias en exceso y temperaturas por encima de lo normal. Pero esta tendencia tan marcada comenzó a revertirse a mediados de 2019. A partir de julio de ese año comenzó un período que, muy por el contrario, estuvo signado por lluvias inferiores a las normales. Ese ciclo duró hasta febrero de 2020, en donde nuevamente las lluvias retomaron a niveles normales para la época. En esa sintonía llegamos a junio, momento en el cual se especulaba con que, por fin, después de haber dejado atrás tantos años de agua dulce en el mar, el corno iba a aparecer en Mar del Plata. Hasta hoy nada de eso ocurrió.

Otros tantos le echan la culpa a la contaminación, ya que Mar del Plata es la principal ciudad balnearia de Argentina y durante décadas convivió con el problema de desechar residuos cloacales en la línea costera sin ningún tipo de tratamiento. Afortunadamente en 2015 se inauguró el emisario submarino: a partir de ese momento se resolvió en parte el problema, ya que se arrojan los desechos cuatro kilómetros mar adentro. Y posteriormente, en 2018 entró en funcionamiento la estación depuradora de aguas residuales. A partir de entonces Mar del Plata resolvió definitivamente el problema de la contaminación. Estudios científicos posteriores lo confirmaron. Con lo cual podemos afirmar, sin riesgo a caer en equivocaciones, que hoy el agua del mar está más limpia que durante aquellos años en los cuales el corno hacía sus apariciones masivas por nuestras playas.

A su vez, en los últimos años ha corrido el rumor que la flota pesquera del sur estaba explotando comercialmente al corno y esa era una de las razones principales de su ausencia por nuestra zona.  No parece un argumento válido en principio porque los pescadores deportivos de zonas cercanas a su centro geográfico (Puerto Madryn, Las Grutas y Bahía Rosas, entre otras) no han notado una merma en resultados de pesca comparados con años anteriores. Pero además debe decirse que el pejerrey no tiene valor comercial, con lo cual no hay una pesca dirigida a esta especie. Muy por el contrario la flota está orientada casi exclusivamente a la pesca del langostino que es el recurso por lejos más redituable.

Uno de los argumentos más fuertes tiene que ver con el cambio climático y varios indicios confluyen en el mismo sentido. En primer lugar debe tenerse en cuenta que, de la energía que la tierra recibe del sol, solo una parte (el 30%) permanece en la atmósfera en forma de calor. El resto llega a la superficie de nuestro planeta y se acumula en los continentes (25 %) y la mayor parte en el agua del mar (45%). Por ello los océanos no sólo toman cuenta del incremento en la temperatura, sino que además son los reguladores del clima global. Los científicos no tienen duda: los incrementos de las temperaturas se deben al aumento de gases de efecto invernadero derivados de las actividades humanas. Según análisis independientes realizados por la Administración Oceánica y Atmosférica Nacional de Estados Unidos (NOAA), la temperatura mundial del planeta registró en 2019 el valor más elevado desde que se tienen datos y estiman que el período 2014 a 2019 fue el más cálido de los últimos 140 años.

Hemos tenido temporadas de lenguados que no se cortaron en invierno. El pez elefante, que arrancaba en septiembre, ahora ya empieza a aparecer a fines de julio. La variada está presente cada vez más cantidad de meses a lo largo del año. La lisa, que arrancaba en diciembre, ahora pica en octubre y se ha extendido incluso hasta mayo. En los canales, la temporada de pejerrey comenzaba en septiembre, pero en los últimos años lo hemos pescado en julio (y en junio también). El escardón, que se lo esperaba hacia fines de marzo, ahora recién se pone a tono a mediados de mayo y a fines de julio sigue picando (todavía estamos esperando la transición). Los cardúmenes de anchoíta casi han desaparecido por estas latitudes, al igual que sus crías, que son una de las principales fuentes de alimento de los cornos y los movilizaban en su migración hacia el norte durante el invierno.

Hoy el agua de Mar del Plata ronda los 10 grados. Es un valor excesivo para esta época del año, en el que debiera registrar aproximadamente 2 grados menos. Y esto no es un fenómeno estacional, sino una tendencia que venimos observando desde hace unos cuantos años, desde enero hasta diciembre. Las temperaturas y las condiciones que ofrece el frente costero del sudeste de la Provincia de Buenos Aires no le resultan cómodas al pejerrey de manila. Este extraordinario pejerrey se encuentra hoy mucho más a gusto hacia el sur, en donde los pescadores deportivos lo siguen pescando como siempre lo hicieron. Son muchos los años de ausencia por estos lares y para nosotros, no sólo el 2020 es un fracaso, sino que creemos muy a nuestro pesar que el corno ya no forma parte de las especies que podemos pescar. Que en adelante la temporada del “manila” no volverá a existir. Nuestro más ferviente deseo es estar equivocados.