El curso de agua que se encuentra en el kilómetro 473 de la Ruta Interbalnearia 11 muestra una presencia muy marcada de lisas a lo largo de su extensión, principalmente hacia el lado de la Laguna de Mar Chiquita. La pesca alterna momentos fantásticos con otros un poco más complicados, dependiendo no sólo del día sino también de las condiciones climáticas. Pese a que se mueve mucho y se muestra en actividad, la especie pica en sectores puntuales, aunque los más fanáticos hicieron los deberes y pudieron dar con ellas.
La decisión del municipio de Mar Chiquita de levantar los retenes que se habían impuesto ante la pandemia COVID19 motivó un fuerte flujo de pescadores hacia puntos tradicionales de la Ruta 11, entre los que se encuentra el arroyo Sotelo. Un curso de agua que en esta época primaveral es el escenario ideal para la búsqueda de una las especies más representativas de la zona: la lisa. Hasta el momento, viene mostrando unos “torpedos” fantásticos, que propician además un combate único dado el buen caudal de agua que tiene. Todo un espectáculo.
A diferencia de lo que venía sucediendo un mes atrás, el pique ya no se sectoriza campo adentro, sino que rinde mejor hacia el lado de la albúfera de Mar Chiquita. La continuidad del viento del cuadrante Norte marcó una diferencia al respecto. Pese a la gran cantidad que hay, el principal escollo radica en que no pica en todos lados, sino que lo hace en sectores puntuales. A veces, para llegar al lugar en cuestión, se requieren largas caminatas por un pequeño sendero que está cubierto por pastizales de hasta 1,50 metros. Ya de por sí se hace difícil llegar. Ni hablar de lo que significa emprender el regreso con las capturas a cuestas: toda una odisea.
En los últimos días la acción se centralizó desde mitad de arroyo en adelante, con un fuerte epicentro en cercanías a su desembocadura con la laguna. La lisa está muy activa, pica bien, pelea y su porte es asombroso. La conocida línea “aérea” es la que mejor funciona: no es más que un tradicional paternóster (zanahoria, boya doble cono, esférica grande los días de viento, etc) que incluye cinco brazoladas cortas de apenas 15 centímetros. Las “ojonas” en su mayoría vienen prendidas del cuarto o quinto anzuelo, lo que demuestra que hasta el momento está fondeada. Para la carnada tampoco hay misterio. Panza de lisa coloreada de rojo, con un poco de purpurina plateada y un “touch” de esencia de vainilla. Más que suficiente.
“Son lisas” dicen siempre los más conocedores. Significa que hay que tener paciencia. A veces juegan con las boyas. Otras tantas sólo pasan de largo, o “bulan” exactamente sobre el aparejo sin tocarlo. Jugar un poco con la línea, realizar movimientos suaves con el reel o la caña pueden llegar a ser un buen fundamento para llamarles la atención. Pero siempre depende ellas. Quizás sea por eso que despierten tanto fanatismo, incluso en días donde el pique es nulo. La lisa siempre lleva las de ganar. Y eso le plantea un desafío fantástico y único al pescador deportivo. Por eso acepta el reto.